Rodrigo T.
En mi formación como investigador, una de las grandes lecciones que aprendí con el Dr. Hector S. Lopez fue la importancia de definir claramente de antemano cuál es la cuestión central de lo que estamos estudiando.
He llevado esta consideración no sólo a mis estudios científicos, sino también a los problemas que afronto diariamente en el análisis de datos (especialmente los que implican análisis de enlaces) y en las consultorías que realizo para equipos de inteligencia.
En general, cuando nos enfrentamos a un grupo de archivos y grandes volúmenes de datos que necesitan ser analizados, nuestro impulso inicial es examinar los datos e intentar comprender qué hay disponible en su interior y buscar las primeras correlaciones mentales. Allí comienza una búsqueda de algo que llame la atención y que pueda responder a una pregunta.
Especialmente en el mundo del análisis de enlaces, la acción inicial suele ser: poner todo en un diagrama y ver qué podemos encontrar. A continuación se realiza una inspección para comprobar qué vínculos se forman, qué agrupaciones se crean, qué puentes existen entre estos grupos, qué caminos existen entre los objetivos, etc. Todo visualmente.
En general, la esperanza es que visualmente sea posible encontrar alguna respuesta a alguna pregunta.
¿Pero cuál es la pregunta? ¿Qué estás buscando en realidad? ¿Cuál es el problema central a resolver?
Se sabe que, por lo general, durante el proceso investigativo acabamos encontrando respuestas incluso a preguntas que a priori no se habían planteado y, al observar los datos, se acaba formulando un mundo de nuevas preguntas.
Pero ¿cuál es la verdadera pregunta?
¿Tengo claro lo que realmente estoy buscando?
¿Quiénes son los actores principales?
¿Cuáles son los eventos iniciales que puedo tomar como guía?
¿Me tomé unos momentos para organizar mis ideas, las solicitudes recibidas y formular las preguntas que deben hacerse a los datos antes de comenzar la exploración?
En otras palavras:
¿qué estoy buscando encontrar?
¿Qué datos tengo disponibles?
¿Cómo pueden ayudarme a llegar a las respuestas que quiero responder?
¿Son suficientes los datos?
¿Están organizados de una manera que pueda llevarme a las respuestas?
¿Qué diagramas haré primero?
¿Cómo debo estructurar los elementos visuales del análisis de enlaces en función de mis preguntas y los datos que tengo a mano?
Hay una gran verdad en este proceso: cuando tenemos una pregunta bien formulada de antemano y los parámetros están muy claros, la capacidad de alcanzar respuestas aumenta y la navegación a través del proceso analítico también se vuelve mejor guiada.
Por tanto, tener las preguntas en mente antes de empezar a trabajar, aunque no todas todavía, ayudará a orientar los análisis de forma más contundente, además de ayudar a ahorrar tiempo al no realizar experimentos que quizás no conduzcan a ninguna parte y sólo robar un tiempo precioso a los analistas.
Y para tu desafío de hoy, ¿cuál es la pregunta?